2 mar 2008

SOLEDAD

Autonomía, individualismo, independencia, libertad sin trabas … son los slogans que deleitan a la humanidad del tercer milenio. Se presentan como conquistas que asegurarán a quien los posean la felicidad y la dicha. Espoleado por estos acicates el hombre ha creado una sociedad de multitudes pero en la que, curiosamente, se siente solo.
Al final, es la soledad el botín real que se ha conquistado después de romper lazos (independencia), de elegir antes mi interés que el ajeno (individualismo), de ser yo mi propia norma (autonomía). Cuando el “yo” se agiganta, el corazón se vacía de “otros”, y si no hay otros, por rodeado que esté de gente, el ser humano estará solo.
Hay un antídoto contra la soledad, a la mano de todos, natural como la vida misma, para evitar la más peor de las pobrezas, la soledad; es gratuito, funciona siempre, no crea adicción y mejora enormemente la calidad de la vida. Sólo es cuestión de cambiar los ingredientes que nos proponen. En lugar de individualismo poner solidaridad; sustituir la autonomía por la donación desinteresada, y orientar la libertad al servicio de bien del otro. Si la soledad es el sentimiento que surge cuando se constata que no soy nada, ni nadie para un alguien, el antídoto eficaz será la experiencia de importar a otro, y de importarle mucho. En una palabra, la soledad muere cuando nace el amor. Nada llena más el corazón del ser humano que descubrir que por mí, otro piensa, vive, actúa y elige. Mi existencia tiene sentido; la indiferencia queda en el olvido. Sentirse amado, sencillamente por ser yo; no por lo que hago, ni por mi dinero, ni por ningún otro interés. Se es amado por ser, nada más y nada menos … que uno mismo.
Justamente esta experiencia, así de sencilla y natural, es la que el niño advierte cuando su madre lo acepta –al conocer que viene en camino–, lo desea, lo ama. Él no aporta absolutamente nada; quizás molestias, roba algo del sueño materno, tiempo y da más trabajo. Lo único que da a cambio, y depende del humor del bebé, es una sonrisa … que para la madre es el pago generoso a su desvelo. La madre sigue amándole, no por lo que recibe del pequeño, sino llanamente porque es su hijo, y basta. Este estilo de vida es el que hay que recuperar para nuestra sociedad. Dar sin pedir, para ganar lo que no se compra con dinero: confianza unos en otros.
Y hablando de la soledad, aquí os dejo con una bonita canción que habla de la soledad "No estarás sola", de Ismael Serrano. Muchos besos a todos...