14 abr 2008

DIARIO DE UNA CANCIÓN


Un viernes en el que Eriel cayó en una de sus recurrentes depresiones,
fue socorrida por un débil recuerdo extraído de su infancia,
cuando sus padres le aplacaban sus ganas de ser mayor, cantándole:

“Si de verdad quieres crecer y no envejecer
nunca vayas deprisa ni tampoco lento
el secreto es ir a la inversa del tiempo
pero nunca deprisa ni tampoco lento
sólo hay que ir a la velocidad del tiempo
para así comenzar a crecer y no envejecer

El que acelera el paso descubre la nostalgia
el que se queda en el momento se queda
mas el que decide crecer conservando al niño
avanza hacia atrás recuperando su inicio
y los recuerdos que traspasan el ombligo (bis)…”.

Cuando era niña no le prestaba mucha atención a la letra,
sólo se dejaba llevar por la melodía que la hacía sentir arropada por un hogar.
Recordaba algo más que la voz cálida de sus padres,
recordaba cada uno de los instrumentos que armonizaban la letra;
y, envuelta en esas sensaciones, comenzó a sentirse bien,
verdaderamente bien. Era como si el recuerdo pasara a ser un presente
que la introducía en un espacio donde la tristeza y la rabia estaban prohibidas.
No obstante, el hambre y luego el sueño la sacaron de su burbuja,
pero la sonrisa se quedó en su rostro...

por Rafael R. Valcárcel.