Además no solo se las veía como esposas, madres y amantes de las tareas domésticas sino que también eran consideradas como figuras poderosas, sensuales y éroticas que, a través de su personalidad influían directamente en el poder que dirigía el Imperio Egipcio.
Podían también ejercer una profesión, teniendo los mismos derechos que el hombre, siendo igual de respetadas y con independencia a que se dedicasen.
Siempre fueron respetadas y mantuvieron una posición privilegiada en la sociedad de su tiempo, llegando incluso en ocasiones, a gobernar como Faraones.
P.d: Aún me entraron más ganas de ir a Egipto...