No busco la verdad, pero persigo su estela cautivante,
su aleteo que es la réplica infiel de lo que creo y el huidizo fulgor de lo que digo.
La verdad absoluta es un castigo
que quizás no merezca mi deseo.
Y su ausencia es el último trofeo
que desvela mi angustia de testigo.
Me quedo con la flor de la pregunta,
aspirando el aroma sin respuesta,
dejando que el silencio apenas hable.
Y al sentir que la lágrima despunta,
la verdad, como un grillo,
me contesta desde el jardín del vértigo insondable.
-Poesía; David Escobar Galindo y cuadro; Silvia Fontaine Caballero-
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